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¿Cómo gestionar un equipo imposible?

Actualizado: 20 ene 2023




En este artículo tomaré algunos conceptos y experiencias que Keith Johnston, el iniciador del teatro de improvisación, expone en su libro "Impro: Improvisation and the Theater"


Puedes también leer este maravilloso artículo sobre "Cómo liderar equipos polarizados" de Harvard Business Review que da otras perspectiva sobre el tema.


¿A qué me refiero con un equipo imposible?

Un equipo imposible es el que permanentemente vive en un estado de conflicto, baja productividad, alta rotación, chismes, burnout, mentiras, falta de comunicación, de visión y de estrategia... ¡imposible! Estos equipos parecen imposibles de entender o gestionar.


Recursos Humanos suele encontrarse en medio de mucha presión por encontrar a los candidatos adecuados y al líder competente, sin encontrar realmente una solución previsible. Suele ser un trabajo de prueba y error en el que todos aprenden y sufren.


Mi peor experiencia como líder

Hace algunos años me llegó la oportunidad de liderar un equipo imposible. Para mí era un paso de gran crecimiento profesional y no dudé en decir que sí (aunque es verdad que pude haber sido más cauteloso al aceptar).


Algunos de mis pares me decían entre burlas y dudosa admiración que había ganado la Rifa del Tigre. Sí, el resultado fue desastroso en el sentido humano, pero sigo sintiéndome muy orgulloso de muchas decisiones que tomé en el plano profesional.


Racionalmente he querido pensar en esta experiencia como un gran aprendizaje. ¡Y lo fue! Pero también es un recuerdo lleno de tristeza, frustración y enojo.


¿Qué pude haber hecho distinto? ¿Era yo el problema? ¿Había realmente una solución? ¿Tuve que haber sacrificado a algunas personas por un "un bien mayor"? ¿Fui demasiado duro? ¿Demasiado blando?


Al final, me mantuvieron como Director Adjunto y me contrataron a un Director con mayor ascendencia, capacidad, experiencia y aunque no llegamos a trabajar armoniosamente puedo decir que ambos hicimos nuestro mayor esfuerzo y siempre mantuvimos un cariño franco, aunque profesionalmente no nos entendimos.


Espontaneidad y Creatividad: Distintas metodologías, un concepto clave.

Seguramente has escuchado hablar del teatro de la improvisación. Hace 50 años no era algo común, al menos no lo era como una metodología clara y mucho menos como un arte dramático popular.


Cuando existen conflictos y no se tiene una claridad hacia dónde ir o cómo hacer las cosas, el primer impulso que surge es detenerse y crear una estrategia, ya sea de forma democrática o autocrática. Pero queremos primero tener una visión a futuro que genere pasión, compromiso y unión. El problema de tener una visión es que se desencadena de arriba hacia abajo y esto requiere poner reglas y estructura. Es el primer paso para el desastre.


Uno de los grandes avances que hemos tenido, tanto en liderazgo como en gestión de personas y procesos es la agilidad. Una forma de trabajar de forma espontánea y libre dentro de una estructura con reglas y procedimientos claros.




Otras metodologías como los OKR's, los Tests A-B son muy útiles para adaptarse a un mundo complejo y cambiante manteniendo el orden de la organización.






Todas estas metodologías comparte el concepto de espontaneidad, de prueba y error, de fracaso y aprendizaje.


En una experiencia de vida particular, que es muy significativa para el liderazgo, Keith Johnstone, nos cuenta su trabajo como maestro en una escuela de Battersea, un barrio londinense apartado y pobre, en el grupo más problemático y con peor desempeño. Se compara con el resto de los profesores, quienes habían puesto más atención a enseñar disciplina y estructura, y a valorar a los estudiantes bajo los estándares más comunes: sus calificaciones.


Johnstone se da cuenta que los niños, cuando están en clase y se les pide hacer tareas o ejercicios, pierden todo el interés y se resisten. Algunos de ellos, de 8 años de edad, ni siquiera habían aprendido a escribir su nombre. Los padres, en vez de promover la educación de sus hijos, no creían que ésta fuera un valor para su vida. Como digo, era un barrio pobre, industrial donde tener éxito en la educación es una vía para dejar el pueblo y olvidar a su familia.


Los niños, cuando estaban haciendo actividades como jugar en el patio o limpiar el acuario, estaban felices y completamente abstraídos en la actividad. ¿Cómo era posible que el cambio fuera tan radical? El problema no eran los niños, era el ambiente en el que se encontraban.


En vez de mantener el orden en la clase y el tipo común de actividades que se hacen en las escuelas, él empezó a jugar con ellos, dejó su papel de profesor como un rol superior y aprendía con ellos sobre su forma de pensar, de hacer y de vivir. La primer tarea exitosa que les dio a los niños, una que fue el inicio del éxito, fue escribir mensajes secretos entre ellos criticándolo. Esto relajó el ambiente, los niños entraron en una dinámica que ya hacían pero cumpliendo un objetivo de la clase: aprender a escribir. Entre más pasó el tiempo, los niños se presionaban entre sí por escribir la crítica más dura o más divertida y el profesor los dejaba ser, ganándose irónicamente su respeto.


Cuando el director de la escuela fue a ver el trabajo de Johnstone se encontró con un grupo de alumnos estudiando aritmética con unas máscaras que habían hecho en su clase de arte. Le habían construido al director un túnel de cartón por el que tenía que pasar para entrar a clase porque todos habían decidido que el salón era un iglú.


Por supuesto, querían correr al profesor.


Meses después, el inspector del gobierno visitó la escuela y se sorprendió, en especial por el desarrollo que los niños habían tenido durante este primer año. Lo interesados que estaban en ir a clase y la forma tan lúdica e irreverente con la que se estaba educando. El inspector quedó contento y mantuvo a Keith Johnstone en su puesto.


Volviendo la mirada al liderazgo

Me pregunto si algún líder en la actualidad se atrevería a seguir el ejemplo de este gran profesor. Si las empresas permitirían romper tantas reglas y perder el control (aparentemente).


En un mundo idílico, sí, pero sería muy difícil hacerlo realidad.


¿Qué podemos aprender de esta experiencia?


  1. El compromiso y la pasión de las personas no sólo nace de una visión o una cultura, de los beneficios y políticas de la organización. Nace también de la libertad de hacer las cosas como cada quien prefiere cuando cada quien prefiere. No estamos hablando de anarquía y descontrol, sino de flexibilidad y libertad. Esto lo conocemos en psicología organizacional como Control sobre el Trabajo (puedes leer más de esto aquí, en la NOM-035 o aquí en la Comisión de Salud Mental de Canadá)

  2. La importancia de la seguridad psicológica también la vemos expresada aquí. Keith Johnstone dejaba a sus alumnos expresarse con libertad y ser escuchados. Dejar que sus emociones florecieran, sus ideas, y pensamientos sin miedo a ser rechazados o corregidos.

  3. El grupo es primero, después el equipo. Cuando enseñamos a los líderes a formar equipos de alto desempeño, siempre hacemos la distinción entre grupo y equipo, y entre equipo y equipo de alto desempeño. Como si el grupo fuera algo menor, de menor calidad. Sin embargo, en el grupo existen muchas cualidades. Hay más diversidad, mayor flexibilidad y un pensamiento más democrático. (Recomiendo el libro The Culture Code de Daniel Coyle)

Reflexiones finales

Cuando buscamos claridad y enfoque en un ambiente de conflicto y crisis, una opción es dejarse llevar por la crisis y la confusión. El ser humano de manera natural encontrará en su comunidad o grupo una manera de encontrar el camino. La presión por los resultados y el orden, que sin duda surge en esos momentos, puede tener un efecto mucho peor.


En la experiencia que comentaba al inicio, después de leer estas líneas, aprendo que en vez de querer ordenar, pude haber dejado ser y hacer. Yo tenía miedo y estaba presionado por las exigencias de mi superior. Por las expectativas de los demás. Pero qué hubiera pasado si dejaba hacer a todos las cosas como mejor pensaban, al final, era un equipo capaz, con personas inteligentes y trabajadoras. Mi rol como "jefe o líder" no fue el adecuado. Hubiera preferido ser uno más o, más aún, el peor de todos.


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